A comienzos del periodo Edo, un formidable guerrero consolidó su prestigio tras derrotar al hijo del maestro del dojo donde él había entrenado por años. Sería conocido en todo Japón por el nombre de Ganryu, que significa "estilo de la gran roca", pues en sus combates empleaba un nodachi, una katana más larga de lo habitual.
Al poco tiempo de haber fundado su propio estilo llegaría a su dojo un joven guerrero como él, quien viendo en su adversario la oportunidad de ser reconocido por su señor Hosokawa Tadaoki como un samurai de prestigio, retó a Ganryu a un duelo en el que pondría a prueba su habilidad con la katana. Ganryu honró el desafío y aguardó a la mañana siguiente, desde muy temprano, la llegada del joven que le hubo desafiado. Al llegar éste el duelo se realizaría de inmediato, siendo Ganryu el vencedor inequívoco, quien tras finalizar el duelo despidió cortésmente al joven guerrero ahora vencido.
Poco tiempo después vino el tío del joven, reclamando su justo derecho a vengar la derrota de su sobrino a manos de Ganryu, quien para él no tenía dominio alguno de la katana. Viendo comprometido su honor, esta vez el duelo se resolvió de inmediato, y aprovechó Ganryu de mostrar a su oponente aquella técnica que lo haría famoso más tarde, el Tsubame Gaeshi, o "el Regreso de la Golondrina", llamado así pues imitaba el movimiento de la cola de una golondrina cuando emprendía el vuelo. Esta técnica consistía en un rápido y violento golpe de arriba a abajo para luego ascender en ángulo a su posición inicial, como si se tratase de un águila alzando el vuelo tras capturar a su presa. El retador fue vencido y herido de muerte, Ganryu le dejó marchar en paz pues ya su deuda había sido saldada.
Sin embargo, estas victorias sólo incrementaron su fama más y más, arrastrando a su dojo a decenas de muchos otros jóvenes que veían en el duelo con Ganryu su oportunidad de reconocimiento, y tras ser vencidos o dejados sin vida por la habilidad de Ganryu originaron cientos de feudos de sangres, que, con el tiempo, terminaron por quebrar el espíritu del duelista. Llegó el día en que Ganryu tenía a las puertas de su dojo diez o veinte hombres reclamando un justo duelo, y él uno tras otro los vencía empleando su Tsubame Gaeshi. Hasta que un día, tras mirarse en el estanque de su jardín, no supo quién era el que allí se reflejaba, si su técnica o el que alguna vez creyó ser, Ganryu. Y de ser él no más que una técnica con la katana, no era su técnica más que una mentira, pues la tan famosa Tsubame Gaeshi, que nunca había conocido la derrota, había terminado derrotándolo a él, y él era Tsubame Gaeshi.
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"¿Ser o no ser? Esa es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades y darles fin con atrevida resistencia?"
Porque una mujer que acude a los brazos de su pareja, en cualquier lugar, donde quiera que la necesidad le urja, incapaz de alzar la frente y desde lo alto coronarse emperatriz de toda su existencia; o aquel otro, que incapaz de servirse de su propia voluntad no se halla dos noches sobre la misma cama; ambos, ineludiblemente, se mirarán al espejo un día y no sabrán quien está allí. Pues han llevado consigo un pequeño escenario desde donde nos explican a nosotros, los otros, y con embellecidas palabras, las crueldades de sus vidas pasajeras. Y dirán al fin, ¿fui yo el que te amó tanto? ¿O fue el otro, el que te habló por mí desde el teatro?
Vivir es un acto de consciencia.